En el contexto mediático actual, las empresas buscan nuevas fórmulas para conectar con sus consumidores potenciales. El sector publicitario empieza a replantearse la efectividad de interrumpir los clientes potenciales mediante estrategias de comunicación push (publicidad no solicitada inserta en los medios de comunicación tradicionales).
La publicidad persuasiva no para en su empeño de crear nuevas formas de publicidad con discursos atractivos y eficaces para mejorar la conexión con los públicos potenciales.
Por ello, cada vez más intentan invitarlos a que se interesen por lo que puede ofrecerles su marca mediante estrategias de comunicación pull, en las que el consumidor es quien acude en busca de los contenidos publicitarios.
Las estrategias pull se fundamentan en dos premisas:
1) un papel más activo por parte del consumidor que pasa de espectador a usuario.
2) Algo que actúe como “gancho” para atraer a los potenciales clientes. Ofreciéndoles contenidos de su interés en forma de información, entretenimiento o diversión, como es el caso de los advergames que tratamos específicamente en una entrada anterior.
Pero ante esta nueva fórmula de atraer clientes mediante la comunicación pull, que son los advergame, ha surgido una respuesta. Diversas organizaciones han empezado a usar estos formatos con fines opuestos, es decir, para transmitir sus críticas hacia determinadas marcas, productos, compañías, ideologías o actitudes. A este fenómeno de crítica mediante los videojuegos se le ha denominado antiadvergames.
Los antiadvergames son videojuegos creados bajo un punto de vista socializador y educativo en el que los creadores abordan problemáticas actuales y pretenden concienciar e influenciar a los jugadores. Para ello, intentan que el jugador mediante su interacción con una realidad simulada presentada de forma lúdica, se cuestione ciertos procesos actuaciones que ocurren en la realidad. Pretenden censurar, desacreditar o menospreciar marcas, productos, ideas o comportamientos tanto de empresas como de organizaciones o instituciones que consideran reprochables.
Los anti-advergames suelen plantear al jugador el reto de cómo actuar ante un escenario “problemático” que se pretende denunciar o criticar
El grupo italiano Molleindustria es un claro ejemplo de creadores de advergames de diferentes tipos. Molleindustria define sus proyectos como «Juegos políticos contra la dictadura de la industria del entretenimiento». Una de sus creaciones más representativas es McDonald’s videogame.Antes de empezar la partida se advierte al jugador de que se trata de “una parodia digital de McDonald’s” cuyo propósito es “el entretenimiento y la educación” y que “el contenido de este juego no debe ser tomado de ninguna forma como verdadero”.El objetivo del videojuego es dirigir la compañía McDonald’s, controlando todos y cada uno de los procesos que intervienen para la elaboración del producto. Para ello, la interfaz del juego se divide en cuatro secciones: el sector agrícola, la granja de engorde, el establecimiento de comida rápida y la sede central. En cada escenario se tienen que llevar a cabo prácticas poco éticas para evitar que la empresa quiebre y, en consecuencia, perder la partida. Estas prácticas serían deforestar la selva para aumentar los cultivos de soja, hormonar las vacas, presionar a los empleados de las tiendas para mejorar su productividad o sobornar a climatólogos, políticos, inspectores sanitarios y dietistas, entre otras cosas. En definitiva, se trata de que el jugador descubra como se dice en la pantalla inicial “todos los sucios secretos que nos hacen ser una de las compañías más grandes del mundo”
http://www.mcvideogame.com/index-esp.html
http://www.molleindustria.org/
En España también se han empezado a dar casos de antiadvergames, sobretodo de crítica, sátira política como es el caso de Chorizos de España. El jugador elige entre varios imputados por delitos de evasión fiscal, sobornos o corrupción. El objetivo del juego es recorrer diversos escenarios asociados ya a la corrupción (aeropuertos cerrados, hospitales vacíos, obras faraónicas abandonadas…) con un coche cargado de lingotes de oro de camino a Suiza sin perder el dinero.
Celia Gimeno.